miércoles, 23 de septiembre de 2009

PLATON. NOCIONES




Los prisioneros y las sombras.

Los prisioneros son unos hombres que están encadenados dentro de una caverna desde pequeños sin poder moverse. Según nos dice Platón en el mito, la caverna equivale al mundo sensible, el fuego que hay en ella al sol, y la salida de la cueva a la ascensión del alma al mundo inteligible.

Platón introduce, influido por los pitagóricos, la idea de alma inmortal, que es novedosa en la cultura griega. El alma es preexistente al cuerpo e inmortal y tiene como lugar natural el mundo suprasensible de las ideas. El cuerpo es la cárcel del alma, constituye un estorbo para el alma, pues las pasiones, la arrastran impidiéndole la contemplación de las ideas. El cuerpo pertenece al mundo sensible, y es por tanto imperfecto, sus conocimientos son meras sombras de la verdadera realidad que no se capta con los sentidos.

El alma es como un carro formado por un par de caballos alados y su auriga. En el caso de los dioses, los dos caballos son buenos y de buena raza. Las almas de los hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los dos caballos es díscolo), difícilmente logran seguir a las de los dioses. Puede perder las alas y caer a tierra, donde queda encerrada en un cuerpo, que parecerá moverse a si mismo. Además olvida lo que ha visto en el mundo de las Ideas. Al contemplar las cosas bellas vuelve a recordarlas. El conocimiento sensible sirve de ocasión para el recuerdo.

Platón nos explica los grados de conocimiento mediante la alegoría de la línea. Representemos en una línea recta los dominios de los sensible y lo inteligible. Sobre la parte de la línea que representa el mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a las imágenes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas-la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras de la naturaleza o del arte. Estos dos grados de conocimiento proporcionan opinión (doxa).

De igual modo, sobre la parte de la línea que representa el mundo inteligible, la primera división corresponderá a las imágenes (objetos lógicos y matemáticos), y la segunda a los objetos reales, las Ideas. Estos dos grados de conocimiento proporcionan ciencia. (episteme). El verdadero conocimiento debe tratar sobre el ser, no sobre el devenir, y no puede estar sometido a error, ha de ser necesario. El conocimiento sensible no es verdadero conocimiento ya que no cumple ninguna de esas características.

El conocimiento de las sombras y de los ecos es el primer grado de opinión, la imaginación (eikasia). Cuando un prisionero es liberado dentro de la caverna y ve el fuego y a los porteadores alcanza el segundo grado de opinión, la creencia (pistis).

Platón recoge la distinción de Parménides entre la vía de la opinión y la vía de la verdad. Existen, para Parménides, dos formas de conocimiento: una basada en los datos de los sentidos y la otra basada en la razón.
Para los sofistas, el conocimiento sensible es el conocimiento. La verdad o falsedad no pueden existir como absolutos, estando sometidas a la relatividad de la sensación. Si prescindimos de la sensación, prescindimos del conocimiento. Lo que me parece frío, es frío, según Protágoras, aunque a otro le pueda parecer caliente: y para él será caliente.



El ascenso al mundo de arriba y el sol.

El ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a la luz en el exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del proceso educativo. La dialéctica y el amor son los dos medios de ascender al mundo de las Ideas. Las matemáticas son un preludio necesario, ya que arrancan al alma del mundo del devenir y la introducen en la contemplación de los objetos inteligibles. Dentro del mito corresponden a la subida para salir de la caverna pues permite pasar del mundo sensible al inteligible

El alma al contemplar la hermosura de este mundo recuerda la verdad y toma alas y desea emprender el vuelo y contemplar las Ideas. En primer lugar es la belleza de un cuerpo bello la que atrae . Después se advierte que la belleza es igual en todos los cuerpos y pasa a amar toda la belleza corpórea. Pero por encima de ésta se descubre la belleza del alma; y más arriba aún, la belleza de las leyes, después la belleza de las ciencias (armonía musical y matemáticas) y por encima de todo, la belleza en sí, que es eterna, perfecta, siempre igual a sí misma y fuente de toda otra belleza.

Si la educación no ha creado un equilibrio entre las distintas partes del alma el apetito no esta sometido a la razón, el individuo es esclavo del placer y del dolor, así no puede dedicarse a la disciplina intelectual que se requiere para ser un filósofo. El amor que siente el filósofo por la verdad es absoluto. La plenitud del filósofo reside en realidades intelectuales, no en la riqueza material. Al no sentir avidez por poseer cosas ya que lo material es transitorio, no teme a la muerte y es capaz de acciones valerosas y decididas que se exigen al verdadero gobernante. Además percibe las cosas en su justa perspectiva, lo que es esencial para un buen gobierno.

En el mito el prisionero descubre que el sol produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

Las funciones del Bien en el mundo inteligible respecto del alma y las ideas, es similar al comportamiento del Sol respecto de la percepción visible y las cosas sensibles. La idea del Bien es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; en el mundo visible es la causa de la luz y del sol, en la inteligible es la productora de verdad y conocimiento. Igual que los ojos necesitan la luz del Sol para ver, el alma necesita la idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

Las Ideas está jerarquizadas. El primer rango le corresponde a la Idea de Bien, tal como nos lo presenta Platón en la "República", aunque en otros diálogos ocuparán su lugar lo Uno, (en el "Parménides"), o la Belleza, (en el "Banquete"), que representan el máximo grado de realidad, siendo la causa de todo lo que existe. A continuación vendrían las Ideas de los objetos éticos y estéticos, seguida de las Ideas de los objetos matemáticos y finalmente de las Ideas de las cosas.


La dianoia (matemáticas) es el conocimiento indirecto que procede por demostración. La noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas. Las matemáticas emplean un método discursivo descendente, deductivo: parten de una hipótesis y deducen conclusiones. En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente. El dialéctico rebasa y supera las hipótesis y llega a un principio no hipotético, la Idea de Bien.

La dialéctica ascendente permite ascender hasta el principio de todo, en esta ascensión no recurre a nada que no sea las ideas tomadas en sí mismas. De este modo, de Idea en Idea, se alcanza la Idea de Bien, Idea suprema fundamento de la inteligibilidad y el ser del Mundo de las Ideas. La dialéctica descendente, proceso inverso que reconstruye la serie de las Ideas sin recurrir a la experiencia sensible. Lo que permite establecer las relaciones y jerarquías de las Ideas.


El retorno a la caverna y las tinieblas.

El filósofo que ha ascendido hacia las Ideas volverá a descender a la caverna para ayudar a los hombres a salir del sueño en el que se hallan sumidos y aportar sentido y verdad a la vida. Como señala Platón no es extraño que se muestre torpe cuando tenga que discutir en los tribunales o en otro lugar, sobre la apariencia de lo justo cuando el conoce la justicia en sí.

Los ciudadanos atenienses participaban en tres organismos políticos multitudinariamente, en números que sobrepasaban los cientos e incluso los miles. Se trata de la asamblea ( hasta 6000 participantes), el consejo de los 500 (Boulé) y los tribunales (mínimo de 200 personas, en algunas ocasiones hasta 6000). De estas tres instituciones, son la Asamblea y los tribunales los verdaderos órganos de poder.

En los tribunales los casos eran expuestos por los propios litigantes limitados en el tiempo mediante un reloj de agua. Primero el demandante, luego el acusado. Las decisiones se tomaban votando, sin existir tiempo alguno para la deliberación. Los miembros del jurado debían tener una edad mínima de 30 años y estaban bajo juramento. A partir de 416 aC cualquier decisión que tomara la Asamblea, podía ser suspendida para ser revisada por un jurado. El sistema mostraba un marcado antiprofesionalismo. Ningún juez presidía los tribunales ni tampoco había ninguna persona que tuviera la última palabra tras escuchar al jurado. Los magistrados a cargo de los tribunales tenían solamente una función administrativa y tampoco eran expertos.

La Democracia es el gobierno de la masa. Es aparentemente un estado ideal, en el que todos son iguales, pero en él se consideran los vicios como virtudes, el libertinaje se considera libertad y la insolencia grandeza de alma. Es éste un régimen deplorable, ya que la inclinación desenfrenada por la libertad conduce a eliminar del poder, como peligrosos a los especialistas, a autorizar todo género de experiencias ( la democracia es una feria de constituciones) y a despreciar por último las leyes escritas y no escritas. Es fácil que se produzca una reacción radical en forma de Tiranía, que es la forma extrema de degeneración del gobierno. Como consecuencia del estado de libertinaje, el pueblo necesita un caudillo para resolver las disensiones y encumbra a uno al que hace omnipotente. "De la extrema libertad sale la mayor y más ruda esclavitud" . A su vez el tirano, como carece de límites, se convierte en esclavo de su locura, dirigiéndose su reino hacia la catástrofe.

Las tinieblas representan una existencia en la que sólo se concede valor a lo sensible, que es una copia devaluada de lo verdaderamente real. En el ámbito social y político estas tinieblas son el mundo de las intrigas políticas y los manejos demagógicos de la opinión pública, que no buscan la reflexión profunda sobre las ideas, sino la seducción y la persuasión mediante lo aparente y no mediante lo real, cuya comprensión es siempre mucho más difícil. La enseñanza de los sofistas busca manejar las pasiones de la masa, sin considerar que es bueno y malo, justo e injusto. La política se basa en las preferencias del populacho.

En el Libro VI Platón habla de la gran paradoja que supone que el Estado perfecto debe ser constituido por el sabio perfecto, y éste, a su vez, no puede serlo más que en el Estado perfecto. Hay que contar pues, con que aparezca un rey-filósofo para llevar a cabo el proyecto. Platón creyó haberlo encontrado en Siracusa pero no tuvo éxito. La otra alternativa es formar filósofos para que influyan en las decisiones de la ciudad, esto lo intentó con la Academia, que tampoco pudo influir en el destino de Atenas.

El mantenimiento del orden armonioso y justo constituye el objetivo de los gobernantes El gobernante ha de vigilar para que la Ciudad se mantenga dentro de unos márgenes moderados de bienestar sin dejar que se apoderen de ella ni la riqueza ni la pobreza. Ha de vigilar para que la Ciudad no crezca demasiado y para que los individuos se dediquen a las funciones más acordes con el tipo de alma que predomina en ellos. Debe evitar que se introduzcan cambios en el sistema educativo.

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