martes, 16 de febrero de 2010

HUME NOCIONES

Impresiones e ideas.

A diferencia de Descartes, para quien todos los contenidos mentales eran "ideas", Hume encuentra dos tipos distintos de contenidos: las impresiones y las ideas. El termino percepción engloba a ambas. Se diferencian en la intensidad o vivacidad con que las percibimos, siendo las impresiones contenidos mentales más intensos y las ideas contenidos mentales menos intensos, excepto en el caso del sueño, la locura o la fiebre. Además, la relación que existe entre las impresiones y las ideas es la misma que la del original a la copia. Es decir, las ideas derivan de las impresiones; las impresiones son, pues, los elementos originarios del conocimiento. No podemos explicar a un ciego de nacimiento cómo es un color ni tampoco cómo es un sabor a quien no lo ha probado. De esta relación entre las impresiones y las ideas extraerá Hume el criterio de verdad: una proposición será verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión; y falsa si no hay tal correspondencia.

Las impresiones, por su parte, puede ser de dos tipos: de sensación, y de reflexión. Las impresiones de sensación, cuya causa es desconocida, las atribuimos a la acción de los sentidos, y son las que percibimos cuando decimos que vemos, oímos, sentimos, etc; las impresiones de reflexión son aquellas que van asociadas a la percepción de una idea, como cuando sentimos aversión ante la idea de frío, y casos similares. Además, las impresiones pueden clasificarse también como simples o complejas; una impresión simple sería la percepción de un color, por ejemplo; una impresión compleja, la percepción de una montaña o de una mesa.

Las ideas, a su vez, pueden clasificarse en simples y complejas. Las ideas simples son la copia de una impresión simple, como la idea de un color. Las ideas complejas pueden ser la copia de impresiones complejas, como la idea de montaña, o pueden ser elaboradas por la mente a partir de otras ideas simples o complejas. Las ideas se suceden y se combinan unas con otras siguiendo un cierto orden y regularidad. Unas ideas atraen a otras, del mismo modo que en el mundo físico un cuerpo atrae a otro merced a la gravedad. Las leyes de la asociación describen estas fuerzas: ley de semejanza, la de contigüidad en el tiempo o en el espacio y la de la causa y efecto. No son leyes estrictas, son "fuerzas suaves", si en nuestra conciencia aparece la idea "A", es muy probable que aparezca después la idea "B", pero no es necesario. Estas conexiones son consecuencia de la imaginación, no de la razón.

Las ideas forman un universo del todo dependiente del sujeto que las piensa. La mente humana puede trasformar las ideas, relacionarlas de mil modos, combinarlas entre sí o analizarlas. En el entendimiento humano se conectan el mundo de las impresiones que se impone forzosamente al entendimiento, y el mundo convencional de las ideas. Para controlar la validez de una idea, es necesario buscar y encontrar la impresión a la que corresponde.











Límite del pensamiento y principio de copia.

Aunque nuestro pensamiento parece poseer una libertad ilimitada, ya que nadie puede controlarlo  y podemos pensar cosas que no son reales, en realidad está reducido a límites muy estrechos. Todas nuestras ideas son copias de nuestras impresiones, es imposible pensar algo que no hemos sentido previamente con nuestros sentidos externos o internos. La razón no puede engendrar por sí sola una idea original. No existen las ideas innatas.

Para demostrar esto Hume nos da dos tipos de argumentos. Todas nuestras ideas por complejas que sean están formadas a partir de ideas más simples. Como ocurre con la idea de dios, un ser infinitamente inteligente, poderoso y bueno, que se forma aumentando al máximo características que nosotros poseemos.

Un ciego de nacimiento no podría llegar a conocer lo que es el azul si alguien con experiencia intenta darle una definición precisa de ese color. La ausencia de una impresión previa impide que un invidente pueda formarse la idea de lo que es el color azul. Lo mismo ocurre si no hemos experimentado un sabor, no podemos explicar el sabor del vino a por ejemplo un esquimal. Las impresiones son los átomos que conforman la materia del conocimiento. Sin ellas, no podríamos conocer nada ni siquiera lo ficticio e imaginario.

Las ideas forman un universo del todo dependiente del sujeto que las piensa. La mente humana puede trasformar las ideas, relacionarlas de mil modos, combinarlas entre sí o analizarlas. En el entendimiento humano se conectan el mundo de las impresiones que se impone forzosamente al entendimiento, y el mundo convencional de las ideas. Para controlar la validez de una idea, es necesario buscar y encontrar la impresión a la que corresponde. Cuando una idea es ambigua, siempre se puede recurrir a la impresión correspondiente que la puede convertir en clara y precisa. Si un término filosófico no puede remitirse a ninguna impresión, carece de significado. (sustancia, esencia)

El principio de copia establece una frontera, un criterio de demarcación, entre el conocimiento y la metafísica. La metafísica no aporta conocimiento, sus ideas son falsas, abstrusas y dogmáticas. En este sentido, el principio de copia se convierte en el criterio empirista del conocimiento. De acuerdo con el, cualquier afirmación que hagamos sobre el mundo ha de estar apoyada en el testimonio de los sentidos y guardar con ellos una estricta correspondencia, pues en caso contrario habría que declarar a esa afirmación como metafísica, como un intento frustrado de hablar sobre la realidad. 


Hume emplea el principio de copia para desenmascarar la falta de significado de ciertos términos metafísicos. «Cuando tenemos un libro en la mano, preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto referente a tamaños y cifras? No. ¿Contiene algún razonamiento de experiencia referente a hechos y existencia? No. Entonces déjaselo a las llamas, pues no contiene nada más que pedantería y quimeras»

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