domingo, 20 de febrero de 2011

HUME BASICO



LA EXPERIENCIA COMO ORIGEN DEL CONOCIMIENTO. BÁSICO.

Para el empirismo la experiencia es el origen del conocimiento y también su límite. La mente es un papel en blanco antes de recibir información de los sentidos, no existen ideas innatas. El conocimiento no se reduce a los datos de los sentidos, pues esta información es elaborada por la mente. Existen dos tipos de impresiones. Las impresiones de sensación que provienen de los sentidos, y las impresiones de reflexión que son nuestros sentimientos y emociones.

Hume rechaza la metafísica porque pretende ir más allá de nuestra experiencia. El escepticismo nos cura del dogmatismo metafísico, evita que abordemos cuestiones que están más allá de nuestra capacidad de conocer.

Hume distingue dos tipos de verdades, las que se basan en relaciones de ideas y las que se basan en cuestiones de hecho. Las matemáticas se basan en relaciones de ideas. Dependen exclusivamente de la razón, expresan relaciones entre números o entre figuras geométricas, con independencia de que existan o no en la realidad. Las verdades matemáticas son siempre ciertas. El principio de no contradicción es el único criterio para determinar su verdad.

Las cuestiones de hecho no se pueden apoyar en el principio de no contradicción porque su contraria puede ser verdadera. Lloverá mañana y no lloverá mañana, son igualmente posibles. Si pensamos que un hecho va a producirse es porque lo hemos experimentado asociado a otro hecho, que le precede o le sigue, lo que llamamos causa y efecto. Este tipo de relación no puede ser descubierta con la razón, sólo con la experiencia.

La relación causal se basa en tres elementos. Las causas y los efectos deben ser contiguos, Hume rechaza la acción a distancia. La causa debe ser anterior al efecto. Pero un objeto puede cumplir estas dos condiciones sin que se le pueda considerar causa de otro. Debe existir además una conexión necesaria entre causa y efecto. Si existe esta necesidad, podemos deducir el efecto o conocido el efecto podemos saber cuál es su causa.

El principio de causalidad, que dice que todo lo que comienza a existir tiene una causa, no es evidente ni demostrable. Solamente recurriendo a la experiencia podemos conocer la existencia de un objeto a partir de otro. Experimentamos por ejemplo, la asociación constante de la llama y de la sensación de calor, pero no tenemos ninguna impresión que corresponda a la idea de conexión necesaria. La idea de conexión necesaria es una idea falsa.

Sólo podemos aplicar el principio de causalidad a objetos que hayamos observado, sólo tiene valor aplicado al pasado. De los acontecimientos futuros no tenemos impresiones. Nuestras predicciones sobre el futuro son sólo creencias, por muy razonables que puedan parecer. El uso inadecuado del principio de causalidad es el origen de la metafísica. A partir dekl concepto de sustancia, se pasa a la idea de alma y a la idea de Dios.

En cuestiones de hecho sólo poseemos creencia, no certeza, aunque estén asociados a sentimientos intensos. Muchas creencias son fruto de la educación y algunas son irracionales. Para eliminarlas tenemos que recurrir a la experiencia. Algunas creencias deben mantenerse, como la creencia en la existencia continua e independiente de los cuerpos, y la creencia de que algo que comienza a existir tiene una causa.

La física elabora leyes a partir de la experiencia. Su finalidad es permitirnos controlar los acontecimientos conociendo sus causas. La física no debe hablar de fuerzas o de conexión necesaria. Las leyes físicas son probables, y esto es suficiente para manipular la realidad.




LA CRITICA A LOS CONCEPTOS METAFÍSICOS.   BASICO.

Hume rechaza el conocimiento metafísico, en especial los conceptos de sustancia, alma, dios y la existencia del mundo exterior.

La idea de sustancia será válida si existe una impresión de sustancia. La sustancia no es un color, un sabor, un olor, etc., lo que percibimos son las cualidades de la sustancia, pero no la sustancia misma. La idea de sustancia es una idea falsa, porque no le corresponde ninguna impresión. La idea de sustancia la produce la imaginación para permitirnos recordar un conjunto de ideas simples.

Tendemos a creer en la existencia de cuerpos independientes de nuestras impresiones. 

Que nuestras impresiones están causadas por objetos, a los que reproducen fielmente. 
Las impresiones están dentro de nosotros y los objetos existen fuera de nosotros. 
Para Hume estas creencias son falsas. 
Nuestra mente sólo puede conocer nuestras impresiones y no puede ir más allá de ellas. 
Aplicar la causalidad para demostrar que nuestras impresiones están causadas por objetos externos es una aplicación ilegítima. Sólo podemos aplicar la causalidad a nuestras impresiones. 
Al suponer la existencia de objetos estamos duplicando la realidad de las impresiones, atribuyéndoles cualidades que no tienen, como la independencia y la continuidad.
La creencia en la existencia independiente de objetos externos se debe a la imaginación, y a la constancia y coherencia de las impresiones. 

Esta creencia no tiene justificación pero es imposible eliminarla en la vida cotidiana.

Para la metafísica el alma es una sustancia simple e inmaterial, es la causa de toda mi actividad mental, percepción, razonamiento, memoria, etc., y es el fundamento de mi identidad personal.
Hume rechaza la idea de sustancia como hemos visto. Además carecemos de impresiones constantes e invariables de las que podamos extraer la idea de yo o de alma. En nuestro interior sólo encontramos impresiones particulares, no podemos captarnos a nosotros mismos. 

Si suprimimos las percepciones. Por ejemplo, durante el sueño profundo, perdemos la conciencia de nosotros mismos. La mente es una especie de teatro en el que se presentan diversas percepciones. Pero no sabemos dónde está el teatro ni de qué materiales está hecho. Las percepciones son lo que constituye la mente.
La memoria nos permite recordar una sucesión de impresiones, que atribuimos a un sujeto, porque confundimos la idea de sucesión con la de identidad. 

Una vez rechazada la idea de alma, no tiene sentido plantearse su inmortalidad.

Hume considera que no puede demostrarse racionalmente la existencia de dios, teniendo en cuenta su crítica al concepto de causa y de sustancia. Es inútil partir de las características de una sustancia, aunque sea la sustancia infinita, pues la idea de sustancia es falsa y no se puede deducir de ella la existencia de dios, como pretende el argumento ontológico.


Los argumentos que se basan en la causalidad no son válidos, porque hacen un uso ilegítimo del principio de causalidad, ya que sólo se puede aplicar a la experiencia y no tenemos experiencia de dios.

El único argumento con alguna validez, se basa en el orden que descubrimos en el Universo y lleva a la existencia de una causa inteligente que puso orden en el caos. Esta prueba también hace un uso ilegítimo del principio de causalidad y además atribuye a la causa más características de las que son necesarias para explicar el orden del Universo. Esta prueba sólo demuestra la existencia de una inteligencia ordenadora, no demuestra que exista un ser todopoderoso.




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