viernes, 16 de noviembre de 2012

ARISTOTELES temas varios





Para Aristóteles el universo constituye un mundo ordenado (cosmos), eterno en el tiempo (no ha tenido un principio temporal), finito, simétrico y esférico. Está constituido por dos mundos distintos: el sublunar o de los cuatro elementos y el supralunar o de las esferas celestes. El movimiento es común a todas las sustancias del universo, aunque de distinto modo:
las sustancias de este mundo sublunar tienen movimiento local y de generación y corrupción; las celestes, increadas, tienen movimiento circular, continuo y eterno. El mundo sublunar (de la luna a la tierra): está formado por la tierra, de forma esférica y que se halla en reposo en el centro. A su alrededor se superponen la esfera del agua, del aire y del fuego. Estos cuatro elementos (tomados de la física de su tiempo, en concreto de Empédocles) constituyen la base material de los cuerpos sujetos a nacimiento y corrupción. Los elementos tierra y agua tienden por naturaleza hacia el centro; en cambio, el aire y el fuego tienden a apartarse de él.

El mundo supralunar contiene los astros, cuya naturaleza es incorruptible y tienen un movimiento circular. Están compuestos de un quinto elemento, distinto y superior, denominado "éter" que, al contacto con el aire, produce cierta incandescencia. El mundo celeste o supralunar está formado por esferas concéntricas en continuo movimiento, en un orden armonioso. En el centro está la Tierra que se halla circundada por 56 esferas concéntricas que giran uniformemente alrededor del propio eje. Este número fue calculado con arreglo a las concepciones astronómicas de su tiempo. La primera de todas las esferas, la más externa, es la denominada "esfera de las estrellas fijas" que es animada directamente por el Primer Motor, Dios, el motor inmóvil, que mueve a modo de causa final.


En zoología Aristóteles propuso un conjunto fijo de tipos naturales (especies), que se reproducen de forma fiel a su clase. Aristóteles pensó que la excepción a esta regla la constituía la aparición "por generación espontánea" de algunas moscas y gusanos "muy inferiores" a partir de fruta en descomposición o estiércol. Las especies forman una escala que comprende desde lo simple (con gusanos y moscas en el plano inferior) hasta lo complejo (con los seres humanos en el plano más alto), aunque la evolución no es posible.


La imagen aristotélica del cosmos se derrumbó con el desarrollo de la ciencia moderna en el Renacimiento.





EPICURO (341- 270 a.C.),


Al poco de morir Aristóteles comienza la
época helenística, período de gran inestabilidad política y social y de gran angustia personal. Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) su Imperio se divide entre sus generales, que se convierten en monarcas absolutos. La polis pierde su importancia y la gente empieza a sentirse como una minúscula parte de un gran imperio, esto lleva a nuevas formas de entender el mundo. Para los griegos la participación activa en el gobierno era una dimensión esencial de la vida, cuando las  polis perdieron su independencia, para muchos griegos el sentido de su vida quedó mutilado. Florecen una serie de escuelas filosóficas (estoicismo, epicureismo y escepticismo) que se caracterizan por su mayor interés en los problemas éticos y antropológicos.

La libertad social y política será sustituida por la libertad individual de la persona que se basta a sí misma. Epicuro es en esto radical, el hombre sabio no interviene en política, no se esforzará en dominar el arte de la retórica ni querrá ser rey. La comunidad de amigos sustituye a la comunidad política. En cambio el sabio estoico actúa en política, pero su auténtica libertad es personal e interior.

La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino eminentemente práctica, procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran eliminados. Para ello se apoyó en una teoría del conocimiento empirista, en una física atomista y en una ética hedonista.

Epicuro elaboró una física  en clara deuda con el atomismo de Demócrito. Todos los cuerpos del universo de los que tenemos conocimiento son compuestos de dos elementos: unos indivisibles, simples e inmutables que se mueven azarosamente, los átomos y el elemento que los delimita y permite sus movimientos: el vacío. La diversidad de seres se explica por la diversidad de átomos: varían sus tamaños, formas y pesos. Esta última característica origina que sus movimientos naturales sean "hacia abajo".
Para explicar que se hayan creado los cuerpos como agregados de átomos con movimientos rectilíneos hacia abajo, Epicuro introduce un elemento de indeterminación. Debido a su peso los átomos se desvían de su curso, chocando y entrelazándose unos con otros hasta formar un compuesto aparentemente estable. Esta "desviación" es accidental, lo que apoya su tesis de que la naturaleza no se rige por leyes necesarias, y que no existe el destino. El universo no posee finalidad alguna, siendo todo fruto del azar.

Platón y Aristóteles rechazaron el atomismo. Por un lado el conocimiento de la naturaleza resultaba imposible, no es posible calcular las trayectorias y colisiones de infinitos átomos moviéndose en el vacío. De otra parte el Universo es el producto imprevisible de estas colisiones, el orden proviene inexplicablemente del desorden, del azar. No existe una Inteligencia que de orden a la materia ni finalidad alguna que permita comprender los procesos naturales.

No era ateo. Aceptaba la existencia de los dioses por ser una creencia universal. La generalización de esta creencia proviene de efluvios atómicos que emanan de los dioses mismos y que penetran, no en nuestros órganos, sino directamente en nuestra mente por su mayor sutilidad. Mas esto no implica que los dioses actúen sobre el mundo natural y humano. Al contrario, los dioses son absolutamente indiferentes y están libres de toda pasión. Nada de este mundo les incumbe y por lo tanto, tampoco deben ser de incumbencia humana. Dios es perfecto y está siempre en paz y no puede enojarse con nadie o por nada, porque el disgustarse es propio de un ser imperfecto. De igual manera, no necesita ni desea nada de nadie, ya que si Él necesitase o desease algo, no sería Dios sino un ser infeliz e imperfecto.

El hecho de morir tampoco debe causarnos desasosiego. El alma no existe ni podrá subsistir independientemente del cuerpo porque es un conjunto de átomos ínfimos distribuidos a través de todo el organismo. La muerte es el cese de esa unión, por lo que es imposible su inmortalidad o la reencarnación. “La muerte no es nada para nosotros: cuando existimos, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, entonces ya no existimos”

El máximo bien que un hombre puede alcanzar es la
felicidad , ésta se identifica con el placer, entendido como la total ausencia de dolor. Ha de hacerse un sabio cálculo entre las ventajas y desventajas para conseguir un máximo de placer y un mínimo de dolor, utilizando las virtudes como medios, no como fines, para alcanzar la felicidad. Hay muchas clases de placeres, muchos están unidos a dolores. Los deseos pueden ser naturales y necesarios, como beber o abrigarse, naturales  no necesarios, asociados a la vanidad o al lujo, y deseos ni naturales ni necesarios, como el deseo de poder, honores o riquezas. El sufrimiento moral es peor que el sufrimiento corporal, el cuerpo sólo puede sufrir los males presentes, pero el alma puede sufrir con el recuerdo de los males pasados y con el temor de los futuros.

La
prudencia es la guía del placer, porque permite llevar a cabo un cálculo óptimo. De la prudencia nacen las demás virtudes, porque nos enseña que no es posible vivir feliz, sin vivir sensata, honesta y justamente.
La
moderación es deseable porque nos proporciona un estado de imperturbabilidad (ataraxia), al eliminar deseos artificiales y necesidades creadas. Cuantos menos deseos tengamos y más sencillos y naturales sean, más fácil será satisfacerlos y vencer el dolor, que, en definitiva, es el que establece la magnitud del placer. La felicidad no va incluida en la riqueza, la riqueza más allá de lo esencial es tan inútil como un recipiente que se desborda. El dinero debe servir para cubrir las necesidades básicas.
El coraje o la
fortaleza nos permite liberarnos del miedo y la ansiedad, así como superar todos los males inevitables que nos acaezcan, corporales (enfermedad, muerte, etc.) o anímicos (tristeza, miedo al destino, a los dioses, etc.)

De entre todas las virtudes la más elogiada por Epicuro es la
amistad, no sólo por el enriquecimiento y la satisfacción personal que otorga, sino porque supone el origen de la justicia social, concebida como un pacto de "no dañar ni ser dañado" en el que se fundamenta, en definitiva, toda sociedad.

Epicuro desafió las convenciones sociales de su época, desdeñando el ansia de riqueza y poder, pues son medios inútiles de alcanzar la felicidad. Muy molesta fue su crítica contra la
esclavitud y las desigualdades entre hombres y mujeres e incluso entre griegos y extranjeros. A su Jardín, más una comunidad de amigos que una academia en sentido estricto, podía acceder cualquier persona independientemente de su origen social, raza o sexo, porque el bien nada sabe de esas distinciones. 

ARISTOTELES Y LA FILOSOFIA GRIEGA

Una de las primeras preocupaciones de los filósofos fue encontrar una explicación racional de la naturaleza. Los Presocráticos se percataron de que la realidad es diversa y se halla en continua y perpetua transformación.

Heráclito ha sido definido como el filósofo del cambio, por su concepción dinámica de la realidad. "Todo cambia" y hasta las cosas aparentemente más duraderas están sujetas a mutación. Pero esta realidad plural y cambiante no lo es todo, tras ella existe un fundamento. Este primer principio Heráclito lo identifica con el fuego. Es el principio del cambio. Es la única sustancia que cambia y en ese cambio se van generando todas las cosas.

Parménides, al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.

Parménides influye en toda la filosofía griega posterior, incluyendo a Platón y a Aristóteles. Afirmaba que: “Es necesario decir y pensar que el ser es y que el no ser no es.” Sólo este camino nos conduce a la verdad. El ser es uno, inmutable, inmóvil, indivisible e intemporal. Las razones en las que fundamenta esta descripción son puramente lógicas. El ser es único porque, si hubiese dos seres, ¿qué los diferenciaría? ¿El ser? No, porque es lo que tienen en común. ¿El no ser? Tampoco: si el no ser no es, no puede ser causa de la diferencia. Por lo tanto el ser es uno. Además, el ser no puede cambiar: no puede cambiar hacia el ser, pues ya es, y ¿cómo podría cambiar hacia el no ser, si el no ser no es?. El ser es indivisible porque sólo podrían ser separadas las partes por el no ser. Como consecuencia el cambio, el tiempo, la pluralidad y el vacío son considerados ilusorios. Así se introduce la distinción entre verdad y apariencia, verdad y opinión, y se otorga primacía a la razón sobre los sentidos. Afirma que este mundo no es, los sentidos nos engañan: nos muestran un mundo de multiplicidad sujeto al cambio. A partir de este momento es necesario explicar cómo siendo el Ser inmutable, la realidad es múltiple y cambiante.

Para Aristóteles, el error de Parménides radica en el hecho de no darse cuenta de que existen diversas maneras de ser o no ser. Una semilla no es un árbol, pero puede llegar a serlo, es un árbol en potencia.
Platón, supone una especie de síntesis de estas dos concepciones opuestas; la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo sensible, caracterizado por un cambio constante y por el otro, tenemos el mundo perfecto de las ideas, caracterizado por la eternidad y la incorruptibilidad.
Según Platón el error de los primeros filósofos consistió en querer llegar a la verdad de las cosas y a la explicación de sus causas por medio de los sentidos. Por ello, presentaron una realidad cambiante.
Platón admite, con Protágoras, que el conocimiento sensible es relativo; pero no admite que sea la única forma de conocimiento. Cree, por el contrario, con Parménides, que hay otra forma de conocimiento propia de la razón. El verdadero conocimiento debe ser universal y necesario, debe tratar sobre el ser, no sobre el devenir o no-ser, y no puede estar sometido a error, debe ser infalible. La ciencia sólo puede versar sobre objetos permanentes. El conocimiento sensible no puede ser el verdadero conocimiento, ya que no cumple ninguna de esas características.

 A partir de las enseñanzas de Sócrates, el descubrimiento de la argumentación inductiva y la definición universal, Platón busca la realidad de cada cosa, su esencia, que es inmutable; no se la puede percibir con los sentidos, sino mediante la inteligencia, la cual puede captar lo que es puro, existe siempre y no cambia. Platón afirma que existe un mundo perfecto, distinto al mundo sensible.

Crea otro mundo para explicar éste. Platón no niega nunca la realidad del mundo sensible; ni tampoco la capacidad de la experiencia sensible para captar esta realidad. Pero afirma que no es esa la realidad fundamental, el fundamento de la realidad sensible está en el mundo de las Ideas. Las Ideas son el modelo de las cosas, las cosas se parecen un poco a las Ideas, pero tienen características opuestas, son múltiples, corruptibles, sometidas al cambio, son una pobre copia de la realidad inteligible. La teoría de las Ideas implica una duplicación ontológica, existen dos mundos con características muy diferentes. Sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento, mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo nos proporcionan opinión.
Hay un elemento común entre todos los objetos de la misma clase, el universal, la Idea, que es la causa de que apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género; ese universal es real, pero tiene existencia independiente de las cosas. La teoría de las Ideas, duplica sin motivo el mundo, estableciendo un mundo paralelo que necesitaría a su vez de explicación. No es capaz de explicar el movimiento de las cosas, que era uno de los propósitos de la filosofía presocrática. Si las Ideas son inmóviles e inmutables y las cosas imitan las ideas, tendrían que ser también inmóviles e inmutables; pero si cambian ¿de dónde procede ese cambio?.

Aristóteles admite como Platón y Sócrates que la esencia es lo que define al ser, pero la diferencia es que la esencia es la forma, que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el ser, que es la sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, es un precedente de las corrientes filosóficas empiristas y de la investigación científica.

La crítica de la teoría de las Ideas
http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_meta.htm 

La metafísica aristotélica se elabora en buena medida como reacción a la teoría de las Ideas de Platón. Todo indica, que las primeras críticas a la teoría de las Ideas se elaboran tras su abandono de la Academia, cuando Aristóteles comienza a perfilar su propia filosofía. Hay que recordar, sin embargo, que ya Platón había criticado la teoría de las Ideas en el Parménides, y que probablemente la teoría de las Ideas había sido objeto de numerosas controversias en la Academia. 

Aristóteles estará de acuerdo con Platón en que hay un elemento común entre todos los objetos de la misma clase, el universal, la Idea, que es la causa de que apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género; admitirá, por lo tanto, que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las cosas, es decir, que sea subsistente. 

La teoría de las Ideas al dotar de realidad subsistente al universal, a la Idea, duplica sin motivo el mundo, estableciendo un mundo paralelo que necesitaría a su vez de explicación. Tampoco es capaz de explicar el movimiento de las cosas, el cambio, ya que siendo las Ideas inmóviles e inmutables, si las cosas son una imitación de las ideas habrían de ser también inmóviles e inmutables; pero si cambian ¿de dónde procede ese cambio?. ("Metafísica", libro 1,7) . 

Aristóteles considera que la teoría de las Ideas es imposible, ya que establece una separación entre el mundo visible y el mundo inteligible, es decir, entre la sustancia y aquello por lo que una sustancia es, su forma. ¿Cómo es posible que aquello por lo que algo es lo que es no resida en el objeto, sino fuera de él? ¿Cómo es posible que aquello que hace que el hombre sea hombre, la Idea de hombre, no resida en el hombre, sino que exista independientemente de él?

Las formulaciones de Platón para tratar de explicar la relación entre las Ideas y las cosas, las teorías de la participación y la imitación, por lo demás, lejos de explicar dicha relación no son más que metáforas; ya el mismo Platón había criticado dichas teorías en el Parménides; Aristóteles insistirá en sus carencias con el argumento del "tercer hombre": si el hombre es el resultado de la imitación de la Idea de hombre, y tal Idea es entendida como una entidad de carácter individual, ¿A qué otra realidad imita la Idea de hombre? Debe existir un tercer modelo de hombre para explicar la similitud entre el hombre concreto y la Idea de hombre, del mismo modo que se postula la Idea de hombre para explicar la similitud entre los hombres concretos. De ese modo encadenaríamos hasta el infinito la exigencia de un modelo del modelo, lo que nos llevaría al absurdo. 

Por otra parte, las cosas no pueden provenir de las Ideas; sin embargo, es esa una afirmación crucial de la teoría de las Ideas, al concebir que las Ideas son causa de las cosas; no obstante, es el mismo Platón en el Timeo quien explica que las ideas son sólo el modelo en el que se inspira el Demiurgo para modelar las cosas, es decir, las causas ejemplares de las cosas, pero no sus causas eficientes. ("Metafísica", libro 1,7) . 

En esta crítica aristotélica a la teoría de las Ideas se vislumbran ya los fundamentos de su propia metafísica: ante la imposibilidad de que Ideas expliquen coherentemente la causa de lo real propondrá la teoría de las cuatro causas del ser; y ante la irrealidad de las Ideas, propondrá su teoría de la sustancia. La inconsistencia de la explicación platónica del cambio, por lo demás, le llevará a proponer la distinción entre ser en acto y ser en potencia.




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