jueves, 12 de enero de 2017

422 DESCARTES


4.2.2. Comprende y explica con claridad, tanto en el lenguaje oral como en el escrito, las teorías fundamentales de la filosofía de Descartes, analizando el método y la relación entre conocimiento y realidad a partir del cogito y el dualismo en el ser humano, comparándolas con las teorías de la Filosofía Antigua y Medieval


René Descartes es considerado el padre de la filosofía moderna y uno de los principales filósofos racionalistas. El racionalismo y el Empirismo son las dos grandes corrientes de pensamiento que se desarrollan en la Edad Moderna.

El Racionalismo considera que la razón es la principal fuente de conocimiento.
Poseemos ideas innatas que están potencialmente en nosotros desde que nacemos. La matemática es considerada modelo de la ciencia y del conocimiento.

Descartes intentará construir una filosofía que a su vez sea fundamento de toda verdad y toda ciencia. La razón es una y común a todos los seres humanos: éstos podrán utilizarla mejor o peor. Descartes propone un método nuevo, que es lo que le ha faltado en su opinión a la filosofía anterior.

      “Toda la filosofía es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física y las ramas que salen de este tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral. Quiero decir la más elevada y perfecta moral que, al presuponer un completo conocimiento de las otras ciencias, es el ultimo grado de la sabiduría”

El método cartesiano tiene cuatro reglas básicas:

1ª EVIDENCIA No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era.

2ª ANÁLISIS Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como requiriese para resolverlas mejor.

3ª SÍNTESIS Comenzar por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más compuestos.

4ª COMPROBACIÓN Realizar en todo unos recuentos tan completos y unas revisiones tan generales que pudiese estar seguro de no omitir nada


La filosofía de Descartes comienza con la duda. Duda de todo aquello que ofrezca el más mínimo resquicio de duda. Se trata de una duda metódica. La primera regla es dudar de todo aquello que no sea del todo evidente.
No es una duda escéptica, no niega la posibilidad de conocer.

Comenzamos dudando de nuestros sentidos. Si los sentidos a veces nos engañan, entonces tenemos motivo para dudar de ellos. Es posible que las cosas no sean tal como nosotros las percibimos. También podemos dudar de la existencia de las cosas mismas, podríamos estar soñando. También podemos dudar de nuestra razón, a veces nos equivocamos al razonar.

Así llegamos a la primera certeza, pues para ser engañados tenemos que existir. Pienso luego existo. Cogito ergo sum. Duda y certeza son términos opuestos. Pero curiosamente, alcanzamos la certeza al final de un proceso de duda radical,

El cogito no es propiamente un razonamiento sino una intuición, esto es, la captación intelectual directa de una idea o concepto claro y distinto. Es una verdad absolutamente indudable. A partir de aquí debe levantarse todo el
edificio de la filosofía; de esta verdad debemos deducir, con evidencia, todas las demás verdades.

Mas Descartes no se detiene aquí. Olvidando por un momento que está
sometiendo todo a duda y que no puede todavía confiar en su propia razón, deduce partiendo del cogito, dos nuevas “verdades”. 

Pienso y soy. ¿Pero qué soy? Como Descartes duda de su propio cuerpo, entonces tiene que afirmar “yo no soy más que una cosa que piensa”. 

¿Cuál es la regla según la cual podemos afirmar que algo es verdadero y distinguirlo de lo falso o dudoso? El cogito es verdadero porque lo conozco de manera clara y distinta. Este es el criterio de verdad, es verdad lo que captamos de manera clara y distinta.

El error se da cuando juzgamos precipitadamente. Por eso es importante seguir las reglas del método.

Con el cogito sólo tenemos un yo que piensa. Piensa pensamientos. Tendrá que basarse en alguno de ellos para poder conocer nuevas verdades. Analizando los tipos de ideas, Descartes establece la distinción entre ideas FACTICIAS , inventadas o imaginadas. Ejemplo: “unicornio”, “sirena”), ADVENTICIAS que parecen provenir de los objetos exteriores a nosotros . Ejemplo: “cera”, “lirio” e INNATAS que están siempre potencialmente en nosotros, como implantadas en nuestra mente por la naturaleza o, más propiamente, por Dios. Ejemplo: “extensión”, “alma”, “Dios”).

Para seguir avanzando en su filosofía, para descubrir nuevas verdades, Descartes no encuentra otro camino que Dios.

Descartes demuestra la existencia de Dios diciendo que somos seres imperfectos y limitados (que dudamos, por ejemplo y ello es señal de imperfección, pues es más perfecto conocer que dudar). Ahora bien, en nosotros, en nuestra mente, encontramos la idea de Dios, la idea de un ser perfecto e infinito. Tal idea no la hemos podido producir nosotros, luego la idea de Dios ha sido puesta en nosotros por Dios, como la “firma” que pone el artista en la obra que realiza. Luego Dios existe.

Además, yo no me he causado a mí mismo, pues de lo contrario me hubiera dado
todas las perfecciones que soy capaz de concebir, sino que he sido causado por alguien superior a mí y capaz de hacer o crear todas las cosas. Éste es el segundo argumento,

Por último propone el “argumento ontológico”: En la idea de Dios (del ser perfecto) está comprendida la necesidad de su propia existencia, ya que la existencia es la primera de las perfecciones.

Para Descartes Dios, además de creador, es la verdad absoluta, el fundamento del conocimiento y garantía de toda verdad. El criterio de verdad está garantizado por la absoluta veracidad divina: podemos confiar en nuestra razón.

Además, en última instancia, Dios, que nos ha hecho, será la garantía de que nuestros sentidos tampoco nos confunden normalmente. Podemos aceptar que hay mundo y cosas materiales.


Dios es la sustancia infinita, que se caracteriza por la perfección. Existen para Descartes dos tipos de sustancias finitas. La sustancia extensa y la sustancia pensante. Toda la antropología cartesiana descansa sobre la distinción del cuerpo y del alma; el cuerpo es una sustancia cuya esencia es la extensión y el alma una sustancia cuya esencia es el pensamiento.

Para Aristóteles y santo Tomás, el alma es el principio de vida del cuerpo. Para Descartes el alma es enteramente distinta del cuerpo. El yo cartesiano es espíritu puro, más fácil de conocer que el cuerpo e independiente de éste, puede existir sin el cuerpo, es inmortal y libre.

El cuerpo, en cambio, depende de las leyes de la naturaleza. Es una especie de máquina compleja. Los animales son máquinas sin alma, pues no piensan: ni hablan ni obran con conocimiento. El cuerpo, igual que las cosas materiales, es llamado por Descartes res extensa. Se caracterizan por ocupar un lugar en el espacio. La magnitud, la figura, la situación, el movimiento o la duración, son modos, como los llama Descartes, o accidentes de la sustancia corpórea. Otras posibles cualidades de la materia, como la fuerza, o las llamadas cualidades secundarias (colores, olores, sonidos, etc.) le parecen a Descartes demasiado confusas, oscuras y, por tanto, rechazables.

De esta concepción de la res extensa se deriva una visión del mundo mecanicista, que se basa en la extensión y en el movimiento

La relación entre cuerpo y alma es un problema difícil de resolver. Descartes intentará solucionarlo con la hipótesis de la glándula pineal (entre los dos hemisferios del cerebro) como el punto de unión entre el alma y el cuerpo. Dentro del racionalismo se propondrán otras soluciones.

El mundo queda sin alma, sin magia, sin ángeles ni demonios. La magia y la religión son sustituidas por la ciencia. Esto constituye el “desencantamiento” del mundo moderno, contra la que lucharán movimientos como el romanticismo. La Inquisición dejará de perseguir brujas y perseguirá herejes.





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