lunes, 20 de noviembre de 2017

DESCARTES CONTEXTUALIZACIÓN


El pensamiento del autor en el conjunto de su obra

Para Descartes la razón es una y común a todos los seres humanos que pueden utilizarla mejor o peor. Lo que le ha faltado a la filosofía anterior es un método adecuado. El método cartesiano se basa en la matemáticas y en el yo que piensa, la conciencia. Esto caracteriza a la modernidad: el papel y la importancia del sujeto, de la subjetividad, del individuo, en el que crece cada vez más la conciencia de su autonomía y libertad.

La filosofía anterior (antigua y medieval) había sido básicamente realista: afirma el ser, la realidad de las cosas, fuera de nosotros e independientemente de nuestro conocimiento. El conocimiento sería un mero reflejo de la realidad, conocemos las cosas tal y como son.

En Descartes, aparece un germen de idealismo: sólo conocemos lo real, por medio de nuestras ideas. No conocemos directamente las cosas, sino nuestras ideas de las cosas. El criterio de verdad radica en el sujeto que conoce, no en el objeto conocido, las ideas claras y distintas son evidentes y verdaderas.


El uso de un método riguroso y sencillo, y la amplitud de su visión del mundo, que unifica todos los campos del saber, favoreció el triunfo del cartesianismo. 

No dio importancia el lado empírico de la ciencia. Elaboró explicaciones complejas y erróneas de diversos fenómenos físicos. Estas explicaciones, sin embargo, cobraron valor al sustituir los vagos conceptos espirituales de la filosofía medieval, por un sistema de interpretaciones mecánicas de los fenómenos físicos. 

El mecanicismo cartesiano elimina el mundo de la magia, la brujería y las intervenciones del diablo. Estas supersticiones se contraponían a las ideas científicas. Con Descartes Dios se convierte en la única garantía de la razón, y por tanto del conocimiento verdadero. La desaparición de Satán o del genio maligno convierte a la naturaleza en natural, posibilita el conocimiento de sus leyes de la naturaleza. 


La división cartesiana radical entre mente y materia, alteró los conceptos religiosos tradicionales y la forma en que los occidentales se veían a si mismos. Los científicos empezaron a ver la materia como algo que estaba del todo separado de ellos y que podía ser investigado por la razón


Descartes es el padre de la geometría analítica. Fue el primer matemático que intentó clasificar las curvas conforme al tipo de ecuaciones que las producen, y contribuyó también a la elaboración de la teoría de las ecuaciones. 
Descartes estableció el estándar de notaciones matemáticas. Fue el responsable de la utilización de las ultimas letras del alfabeto para designar las cantidades desconocidas y las primeras letras para las conocidas. También inventó el método de los exponentes (como en x2) para indicar las potencias de los números.


El pensamiento del autor en la historia de la filosofía y/o en su época.

El optimismo renacentista da paso en el s. XVII a una profunda crisis: el barroco. Es frecuente hablar de la «locura del mundo», o de un «mundo al revés» en el que todo parece alterado. Todo es movimiento, mudanza, fugacidad: «la vida no es otra cosa que movimiento», nada es estable. Todo es apariencia, y la esencia de las cosas queda oculta. El hombre es disfraz, mentira e hipocresía para sí mismo y para los demás. Calderón habla de la vida como «sueño», o del mundo como un «gran teatro».

La aplicación de la matemática a la ciencia por influencia pitagórica da lugar a la ciencia moderna. La nueva ciencia  provoca el hundimiento de la imagen aristotélica del mundo. Se abandona la concepción geocéntrica y se adopta el heliocentrismo gracias a los estudios de Copérnico, Galileo y Kepler. Parte de este despegue científico se debió al desarrollo de nuevas herramientas de observación y medición como el telescopio, el barómetro, el termómetro o la bomba de vacío.

El desarrollo de la ciencia chocó con la Iglesia. La Inquisición, seguía dictando la ortodoxia religiosa e intervenía en cuestiones científicas. En 1633, condenaron a Galileo por mantener la tesis heliocéntrica, razón por la cual Descartes renunció a la publicación de su Tratado del Mundo, porque también se mostraba de acuerdo con el movimiento de la Tierra. La Nueva Ciencia, se desarrolló  en los pa
íses protestantes.


El Racionalismo se basa en el ideal de ciencia deductiva, siguiendo el modelo matemático. Podemos deducir todo el sistema de conocimiento a partir de ciertas ideas y principios evidentes o axiomas. La razón obedece a reglas estrictamente necesarias: unas cosas se deducen de otras, como en matemáticas o en lógica. 


Nuestro pensamiento capta perfectamente la realidad. Dios garantiza la correspondencia entre el pensamiento y la realidad, un Dios perfecto y veraz que no puede engañarnos.
La correspondencia pensamiento-realidad provoca un notable menosprecio de los sentidos, el pensamiento es capaz de descubrir la verdad sin recurrir a la experiencia sensible, gracias a la existencia de ideas innatas. 

La relación entre cuerpo y alma es un problema difícil de resolver. Descartes intentará solucionarlo con la hipótesis de la glándula pineal (entre los dos hemisferios del cerebro) como el punto de unión entre el alma y el cuerpo. Dentro del racionalismo se propondrán otras soluciones.

El ocasionalismo de Malebranche considera que el alma y el cuerpo no actúan directamente uno sobre el otro. Son son sustancias totalmente heterogéneas, sino que es Dios quien produce en el alma una sensación cuando el cuerpo la experimenta, y quien da al cuerpo un movimiento cuando el alma así lo desea. La acción recíproca del alma y el cuerpo es aparente.

Spinoza entiende la realidad como un todo único. A esta sustancia única y total le llama Deus sive Natura (Dios o Naturaleza). A esta doctrina de Spinoza se le conoce como monismo panteísta.
No hay pluralidad de sustancias. La sustancia infinita posee infinitos atributos, de los cuales conocemos el pensamiento y la extensión. Cada atributo se realiza en distintos modos: almas y cuerpos.

Según Leibniz, existen infinidad de sustancias simples, a las que llama mónadas. Las causas por las que las mónadas actúan son internas; no actúan por influjo exterior. Ninguna sustancia modifica o determina a las demás.

El orden que observamos en el universo se debe a la existencia de una armonía preestablecida: Dios creó las mónadas y las ordenó de tal modo que el resultado de sus acciones en conjunto fuese armónico y racional. Dios crea este mundo y no otro diferente porque este es el mejor de todos los mundos posibles. Luego ni el mismo Dios es libre para crear un mundo distinto de éste.



Influido por los estudios de William Harvey (1578-1657) sobre la circulación de la sangre, Descartes trató de desarrollar una fisiología hidráulica, presentando el cuerpo humano como una máquina  puramente mecánica. 
Todos los movimientos del cuerpo estarían determinados por el movimiento de unos líquidos que llamaba «espíritus animales», y que producirían todos los fenómenos fisiológicos, desde la digestión hasta los movimientos reflejos. El alma, a su vez, podía controlar los movimientos corporales actuando sobre ese líquido en la glándula pineal. 
El alma era una entidad no extensa. ¿Cómo podía mover, por ejemplo, una pierna? El alma movía la glándula pineal, que era una especie de músculo, que a su vez ponía en movimiento la pierna. En Les passions de l´âme, Descartes expone cómo la sangre, al dilatarse en el corazón, produce unos fluidos muy tenues, los espíritus animales, sometidos a las leyes de la hidrodinámica. Estos fluidos se quedan atrapados en los poros del cerebro, desde donde, a través de los nervios, llegan a los músculos, cuyas contracciones producen. Antes de salir del cerebro pasan por la glándula pineal, donde el alma interacciona con ellos. 
Según Descartes, la mente o alma no está en el cuerpo ni depende de él, pero interacciona con él a través de la glándula pineal. ¿Por qué eligió Descartes la glándula pineal? Galeno había pensado que era como una válvula que servía para regular el flujo del pensamiento desde el cerebro. Descartes creía que la glándula pineal era un órgano que solo se encontraba en los humanos, y no en los otros animales. Por ello, los otros animales, desprovistos de glándula pineal, carecerían de mente y de alma, serían meras máquinas. 
Sin embargo, unas décadas más tarde Nicolaus Steno (1638-1686) descubrió la glándula pineal en otros animales. Este descubrimiento, que arruinaba uno de los pilares de la filosofía cartesiana, resultaba embarazoso para Steno, que se consideraba cartesiano. Ahora sabemos que casi todos los vertebrados tienen glándula pineal, e incluso que en algunos reptiles está bastante más desarrollada que en nosotros. Según Descartes, la glándula pineal es el lugar donde el alma etérea interacciona con un cuerpo burdamente mecánico, moviendo los espíritus animales. 
La glándula pineal o epífisis es una glándula endocrina periforme, del tamaño de un guisante, situada en medio del encéfalo. La glándula pineal es, en los mamíferos, un órgano secretor de melatonina, evolucionado a partir de un órgano fotorreceptor más antiguo, un tercer ojo dorsal o epifisial, presente en anfibios y reptiles, que no forma imágenes, sino que se limita a captar la intensidad de luz. La glándula pineal, bajo el influjo de la formación reticular, regula el ciclo del sueño y la vigilia, secretando melatonina, lo que induce el sueño. 
Ahora la melatonina se sintetiza también en los laboratorios, y se vende en píldoras, que adelantan el ritmo del sueño y la vigilia tras los vuelos intercontinentales, ayudando a combatir el jet-lag. Descartes trataba de alcanzar un compromiso entre sus ideas científicas mecanicistas, que desarrollaba con audacia, y su cristianismo voluntarista, con el que cubría prudentemente sus espaldas y evitaba el destino de Galileo. Los fenómenos biológicos serían incluidos en el dominio de la física, pero no la mente humana. Ya no habría diferencia entre lo animado y lo inanimado, sino entre lo material y lo espiritual. Atribuir un alma inmortal a todos los animales o concebir a los humanos como meros autómatas sin alma, eran alternativas prohibidas por la Iglesia. Descartes solucionó el dilema introduciendo lo que Gilbert Ryle llamó el mito del fantasma en la máquina, la extravagante doctrina dualista según la cual el alma humana sería simple, inmortal y puro pensamiento, mientras el resto de los animales y el mismo cuerpo humano serían máquinas hidrodinámicas.
http://institucional.us.es/revistas/themata/39/art2.pdf




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