domingo, 11 de febrero de 2018

ORTEGA TEMA



La doctrina del punto de vista


Una generación es un conjunto de personas que no sólo 
son contemporáneas, sino que son propiamente coetáneas y que comparten una serie de valores, experiencias, formas de vida y, en general, un "aire de familia", de forma que sus afinidades son superiores a sus posibles discrepancias. En una época coexisten diversas generaciones ya que, en general, una generación se separa de otra por un espacio de tiempo de más o menos quince años (infancia de 1 a 15 años; juventud, de 15 a 30; madurez, de 30 a 45; madurez en el poder, de 45 a 60, y vejez).El "Tema de nuestro tiempo" es una expresión orteguiana para identificar la misión 
que ha sido encomendada a su propia generación  (la de 1914): 
mostrar la íntima relación que debe existir entre la cultura 
la vida y superar los errores de la tradición moderna. 
Realizar una síntesis de “culturalismo” y “vitalismo”, 
extremos que al fundirse desaparecen.

Para lograr esta síntesis propone la doctrina del punto de 

vista. El racionalismo, para salvar la cultura niega todo 
sentido la vida. El relativismo, desvanece el valor 
objetivo de la cultura para dejar paso a la vida. 
Ambas líneas de pensamiento padecen "cegueras complementarias" Porque es cierto que las verdades 
son únicas, eternas e invariables (si no fueran así no 
serían verdades). Pero para existir necesitan que una vida las descubra y exprese.
Esta "ceguera" se pone de manifiesto en la concepción del conocimiento y sobre todo en su concepción del sujeto cognoscente. La respuesta del Racionalismo es taxativa: si 
la vida es cambio e historia, el sujeto cognoscente debe ser extrahistórico para que la realidad penetre en él sin 
deformaciones. Debe ser un yo puro. Para el relativismo 
con esos presupuestos el conocimiento es imposible porque 
ni existe un yo puro ni una realidad transcendente igual 
para todos.

Ortega se sitúa en un punto equidistante y concibe el 

sujeto como un yo selectivo: éste selecciona la realidad 
cósmica y conoce solo aquellas verdades más afines a 
él mismo.

Ortega y Gasset, como Nietzsche critica la dictadura de 

una razón abstracta en el mundo occidental de origen 
socrático, sustenta que ni debemos aceptar el unilateral 
punto de vista del vitalismo, ni tampoco el no menos 
unilateral del racionalismo. Es decir, no podemos reducir 
lo humano a mero fenómeno biológico, pero tampoco 
podemos aceptar una razón que ha suplantado la vida y 
ha puesto ésta en función de aquella:

Aunque el Yo es circunstancia o perspectiva, ello no 

aboca al relativismo. Ortega intentará conciliar la 
multiplicidad de perspectivas en la unidad de la verdad, 
lo que le conduce a la reflexión sobre la historia. Por ello, 
la razón vital es fundamentalmente razón histórica 
(término que había sido creado por Dilthey), ya que la 
circunstancia es siempre circunstancia histórica concreta, 
y el Yo es siempre un ser que se encuentra en el mundo, 
que se caracteriza por su temporalidad. Un Yo que es 
proyecto, futurización, en su circunstancia concreta.El 
ser humano no tiene naturaleza, tiene historia, y esta 
dimensión histórica es el órgano por el que el hombre 
se puede conocer a sí mismo.

Los distintos pueblos y épocas históricas poseen también 

su alma típica, su sensibilidad característica que les 
presta afinidad para determinadas verdades. Por eso todos 
los pueblos y todas las épocas han alcanzado su 
correspondiente porción de verdad. Pero nunca nadie ha 
alcanzado la verdad entera, al alcance solo de un ente 
abstracto, es decir, no existente. La verdad se muestra 
y despliega en la historia.

La perspectiva posee un valor epistemológico: permite la aprehensión de la realidad gracias a que la estructura y 

ordena. Pero también un valor ontológico: forma parte de 
la realidad como un de sus componentes. Por eso no existe 
una realidad idéntica o modélica para todos: para ser 
aprehendida necesita de una perspectiva siempre concreta.
La divergencia no supone contradicción, sino complemento

El vitalismo se equivoca porque la diversidad de visiones de la realidad no es un inconveniente para la existencia de la verdad, antes bien es una garantía de que no nos imaginamos (inventamos) una realidad modélica. Y sobre todo de que la verdad que captemos en ella, además de ser una conquista histórica, será una verdad sensible a la riqueza cromática de la vida, la auténtica realidad.

El racionalismo se equivoca porque la realidad no posee una fisonomía propia, independiente de cualquier perspectiva, posee infinitas perspectivas, todas ellas auténticas. La única perspectiva falsa es aquella que pretende ser la única válida. Lo falso es la perspectiva abstracta, utópica, la no localizada, la que no se conserva fiel a su punto de vista.

Los errores de la tradición filosófica han sido:


Utopismo: La filosofía se ha situado casi siempre al margen de la vida, la historia y la perspectiva y ha hecho uso de una razón pura, no vital.


Primitivismo: La filosofía ha sido ingenua hasta el punto de ignorar su propia perspectiva y olvidarse de sí misma con la pretensión de captar una verdad absoluta, sin contaminación subjetiva.
La filosofía ha confundido "su" mundo (horizonte) con "el" 

mundo (realidad). La verdad sólo se obtiene mediante la articulación progresiva e histórica de perspectivas complementarias.





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